l — Marco de referencia
Voy a referirme casi exclusivamente a la lucha de los brasileros que entraron en los últimos 20 anos. Son en su mayoría pequeños campesinos que se radicaron en la parte oriental del Paraguay en la frontera con Brasil, en una franja de 80 por 250 kms. Me referiré también, especialmente a las cientas de familias que tuvieron y siguen teniendo problemas y luchan por encontrar un lugar en esta parte. Veremos también algunas contradicciones en esta lucha especialmente cuando la relacionamos con la que llevan a cabo los campesinos paraguayos en la misma zona.
Hace casi una década que estoy conviviendo con este pueblo y no puedo eludir tan fácil la pregunta acerca de la legitimidad de esta lucha teniendo en cuenta la política agresiva del Brasil en el campo de la geopolítica. Agresiva desde fines del siglo pasado, por no ir más lejos en la historia. ¿Que derecho tienen estas mas de 100.000 personas por luchar por un pedazo de tierra en un país tan pequeño privando a veces a los propios paraguayos de su derecho natural y haciendo su lucha mucho mas difícil y penosa?
La legitimidad teológica es relativamente fácil: Para Dios no hay fronteras; La tierra es un don de Dios para todos; Abraham y Moisés también llevaron a un pueblo pobre, esclavo y desprotegido a Canaan. Son algunas respuestas que se escuchan muy a la ligera. Sin embargo expresadas así, a la ligera, no es otra cosa que una justificación ideológica para mantener o aún aumentar la lucha y la presencia de miles de familias en esta franja del Paraguay.
Es importante tener claridad en cuanto a la legitimación para no mezclar una lucha auténtica, real y compartida con los nacidos en esta tierra. Si vamos al campo socio-económico y cultural, es donde hay que decir que no hay legitimación posible. No, porque la lucha que se realiza es totalmente desigual. Los campesinos brasileros vienen impulsados por un modelo económico expansionista y ecológicamente destructivo, mientras los paraguayos lo hacen con una economía de auto-sostén y con un respeto por la naturaleza desconocido en la mayoría de nuestros países latinoamericanos.
Por supuesto que la absoluta mayoría de los pequeños campesinos brasileros no son otra cosa que víctima de su propio pasado como clase campesina y responden a modelos impuestos por sus gobiernos en el país de origen.
Voy a referirme ahora específicamente a la lucha que han tenido y siguen manteniendo algunas de nuestras comunidades evangélicas en esta zona. No a apenas evangélicas, pero si, donde ellas existen y se reúnen para compartir con Dios en canto, oración y lectura su lucha existencial.
Después de caminar tantos anos me estoy convenciendo cada vez más que su indefinición en cuanto al derecho que tienen para luchar los ha llevado a ser los más pobres de los pobres. Contradictoriamente a pesar de poseer valores culturales importantes (conocimiento del manejo de la tierra, cultivos, manufactura de productos caseros etc.), al mismo tiempo son más marginados (a veces automarginados) que los campesinos paraguayos. Es la cruz que llevará esta generación y tal vez la que le sigue.
II — Entrada masiva
La construcción del puente sobre el Rio Paraná en Foz do Iguazú y la represa de Itaipú son los factores decisivos para que miles y miles de familias de la zona occidental de Santa Catarina, Rio Grande y Paraná entren a Paraguay en lugar de ir más al norte del Brasil.
Algunos vinieron con dinero suficiente como para comprar de los colonizadores cuyo sistema es similar al del Brasil. Con el título en la mano, sin mayores dificuldades, comenzaron a trabajar y hoy están entre los sectores económicos privilegiados del pais. Otros, con poco dinero, compraron tierras en cuotas. Las primeras las pagaron y luego les resultó imposible continuar. Muchos de ellos perdieron su trabajo y la tierra por no pagar.
Finalmente están los que entraron, compraron, pagaron y fueron defraudados. Sus tierras ya estaban vendidas a otras personas. Compradores mayores. A veces antes de comprar ellos y otras veces después el colonizador volvía a vender. Este sector es el que más sufre y sobre el cual contaremos algunas experiencias más adelante. Es el sector que necesita más urgentemente encontrar una legitimación de su lucha por la tierra y solo le será posible si lo hace junto con sus hermanos paraguayos y si deja de lado algunos resabios ideológicos reconociendo que forma parte de la clase campesina que en todas partes es explotada y menospreciada.
Ill — Sueños frustrados
En pocos anos, la mayoría se dio cuenta que el sueno de ser rico se transformo en una permanente lucha por sobrevivir. La dificultad por obtener el título, la toma de conciencia de que posiblemente perdería el pedazo que durante anos estaba dando de comer a sua familia de a poco fue apagando el sueno de estar sentado en la varanda de su casa viendo como las máquinas hacían el trabajo y al final de la cosecha iba al silo con su camioneta a cobrar el producto del trabajo realizado. Eso ya solo es un sueño y que se puede ver en la televisión.
Es en esta frustración que se dan las experiencias más ricas en la caminada con la Biblia que veremos más adelante. Son los momentos en que muchos quieren volver a Brasil o deciden dejar todo por cansancio.
IV — Somos extranjeros
El campesino paraguayo invade tierras amparado por la ley que dice: todo paraguayo tiene el derecho a vivir sobre un pedazo de tierra propio. Si no fuera por estas ocupaciones serían muy pocos los paraguayos que cultivan en sus propias chacras. Entre los brasileros se escucha permanentemente Nosotros somos extrangeros, no tenemos derecho. Pero lo curioso es que se escucha mucho más en sectores que tienen serios problemas que entre las colonias más prósperas y organizadas. Este Somos extrangeros es el que poco a poco se está transformando en un somos engañados, explotados, mentidos, usados. Y con este cambio están a acercarse en su lucha a sus hermanos paraguayos que también son engañados, explotados, mentidos, usados. Y es en este punto que se puede legitimar una lucha por la tierra en el plano legal. Es un primer paso, no el único ni el último. Ya veremos que hay otros más.
Desde el punto de vista bíblico, es el Dios de los pobres el que se hace muy vivo y concreto en este momento: cuando descubren que están en la misma situación que sus hermanos. Hermanos con una historia diferente, con costumbres propias, pero hermanos sufridos como ellos, usados y manipulados como ellos. Es allí que descubren que Dios ve su sufrimiento como lo ha visto en el Egipto donde también había diferentes tradiciones y costumbres. Pero les unía el mismo sufrimiento y miseria. Este es el punto que aún debe ser trabajado mucho. Deberá profundizarse para experimentar el Dios vivo con más fuerza aún.
V — Algunas experiências
1. Santa Teresa es una colonización que se llevó a cabo por un griego y su compañera alemana Corina. El Griego debe ser una de las personas menos deseadas en todo el Paraguay. De aspecto alto, fuerte, cabello canoso y un carácter firme, decidido a todo. Desde un comienzo consiguió comprarse a las autoridades locales, departamentales y algunos altos funcionarios del gobierno. Sus más de 60.000 has las transformo en una gran estancia que vendió a pequeños campesinos brasileros para que le limpien todo el monte. Hoy, 1989, más del 60% de los campesinos abandonaron el lugar por no soportar las permanentes amenazas, maltrates, robos del Griego. En Santa Teresa reina la paz de las tumbas. El silencio, el miedo. Los pocos que quedan, siguen plantando pero sin saber si van a cosechar o si los animales del Griego van a comer lo plantado. Una viuda le pidió unos meses atrás que por favor encerrara suas cabras porque le estaban comiendo el mais a lo que Corina contesto: Por que no le pone una cerca a sua chacra. Don Pufal, fue detenido y el Griego le falsifico unos pagares donde decía que debía pagar la tierra que ya hacía anos pago. Esto solo por haber tenido una reunión en su casa con otros campesinos para estudiar la forma de obligar al Gringo a encerrar sus animales que destruían todos sus plantaciones.
El pueblo se unió y golpeó las puertas de las iglesias e instituciones de derechos humanos con la esperanza de no perder todo. Ya en el ano 1985 el pueblo de Santa Teresa se unió bajo el lema ecuménico Terra, don de Dios para todos, pidiendo que Dios viera el sufrimiento y dolor de la gente. Hoy son muy pocos los que dicen: Somos extrangeros, no podemos hacer nada, a pesar de que no se logro mucho y los problemas siguen.
2. Mbaracayú, otra colonizadora. Aquí los dueños son todo lo contrario. Hay gente que pago apenas un 10% y no son molestados. Cualquiera puede hablar con los representantes y siempre tienen una respuesta amable. Todos se sienten escuchados. Son tan amables que usan esa amabilidad para no entregar los títulos para vender dos veces el mismo pedazo de tierra y entregar menos tierra que la que figura en los papeles. También aquí el pueblo se unió y resolvió caminar junto. No fue fácil, porque el faraón era y sigue siendo demasiado bueno y siembra la duda y confusión entre los campesinos buscando una solución para cada uno en forma individual. Al mismo tiempo consiguió comprar a los líderes y dividirlos. Aquí aún se escucha mucho somos extrangeros; la caminada con el Dios de los pobres se hace muy difícil pero no imposible. Algunas comunidades se reúnen semanalmente para conversar sus problemas con la Biblia en la mano cantando y orando juntos.
3. Sampieri, proprietário de 27 mil has. Tierras ocupadas, compradas desde hace muchos años. Subvendido a 10 grandes compradores contra entrega de títulos falsos. Miles de personas, hermanos y hermanas que luchan por sobrevivir. Amenazados, encarcelados, escapados, asaltados por capangas. Después de más de 5 anos de lucha conjunta pequeños campesinos brasileros y paraguayos, acompañados por sus iglesias respectivas, lograron que el gobierno expropie 15 mil de las 27.000 hectáreas. La lucha continua y posiblemente por largos anos.
VI — Pastoral de acompañamiento
Si Dios acompañó a los más sufridos y explotados; si Jesús se identifico con esta línea o forma de ser de Dios, nuestra tarea como agentes suyos no podrá ser otra que la de acompañar, escuchar su clamor y caminar juntos con ese Dios vivo. Esta caminada está llena de contradicciones. Cuesta, por ejemplo, escuchar por boca de un campesino brasilero pobre y sufrido: Si nosotros no estaríamos aquí en Paraguay, entonces no habría nada o esos bugres no prestan para nada. Una contradicción que se puede saber de donde viene pero que cuesta aceptar y que no se puede permitir. El desafío radica en acompañar críticamente y ayudar a una mayor integración con los hermanos paraguayos. Eso no es fácil. Tal vez la única posibilidad es descubrir con ellos más y más que forman parte de una clase social campesina y que como tal deben unirse más y más para defender sus derechos y conquistar un espacio en la sociedad en general. Un espacio como campesinos.
VII — Racismo o clase social
Esos bugres solo toman tereré (mate frio) todo el día; Esos son pobres porque son relajados; Ese no tiene nada porque no trabaja como yo. Estas y otras afirmaciones tan contradictorias al evangelio hacen necesario una reflexión aparte. Rápidamente solemos decir que son expresiones de un cierto racismo oculto. Es cierto, la gente de extracción alemana dice en primer lugar que es alemana y después recién brasilera, aunque sea bisnieto de un alemán y ni siquiera hable el idioma. También es cierto que muchos tienen el complejo de que son un poco mejor que los demás o no tan relajados como los otros. Pero también hay que decir que la distinción que hacen contradictoriamente aparece dentro de su misma etnia cultural. Ese no tiene nada porque no trabaja. Es por eso que vale la pena preguntarse hasta donde no son afirmaciones que salen de una determinada clase social (económicamente mejor). ¿Hasta donde no forma parte de la ideología de la clase dominante para mantener sus privilegios y evitar tener que meterse en el barro con los que están peor? Esto puede ser motivo de una buena discusión en el ámbito de una comunidad y más si se Io plantea desde el Evangelio.