Prédica: Deuteronomio 6.4-9 – Deuteronômio 6.4-9
Leituras: Romanos 8.14-17 e João 3.1-17
Autor: René Krüger
Data Litúrgica: 1º Domingo após Pentecostes – Santíssima Trindade
Data da Pregação: 29/05/1994
Proclamar Libertação – Volume: XIX
1. Introducción
Nuestro estúdio nos lleva al centro confesional de la religión veterotestamentaria y al corazón mismo de la fé judia monoteísta de la cual somos herederos. Toda consideración de este texto tan caro al judaísmo debe ir más allá del estudio exegético a secas, y llegar a vivenciar el carácter único de esta confesión central de una de las principales religiones de la humanidad.
En el judaísmo el texto en cuestión es la primera parte de la oración de confesión llamada Shemá, compuesta, además de Deut 6.4-9, por Deut 11.13-21 y Num 15.38-41. Deut 6.4-9 sin duda es el componente más importante por contener la confesión monoteísta EL SEÑOR ES UNO, como proclamación por excelencia de la fe judía. El nombre Shemá proviene de la primera palabra hebrea de Deut 6.4: Shemá, oye. Desde finales del siglo I los judíos piadosos de todo el orbe oran el Shemá de mañana y de tarde. Es la síntesis de su credo y de su proyecto de vida. Formalmente, si bien por lo general el Shemá es considerado una oración, en realidad es más bien una profesión de fe.
Es importante tener en cuenta que el Deuteronomio es un programa de restauración constructiva a partir de la búsqueda del verdadero conocimiento de Yavé, para un nuevo orden en Israel. No se trata de un mero programa confesional, sino que es un proyecto teológico-ético. El Shemá, en cuanto propuesta teológica, a su vez encabeza la propuesta de ordenamiento de la vida del pueblo. La doctrina teológica tiene así una función orientadora para la actuación del pueblo de acuerdo al carácter de su Dios único. La exégesis demostró la dimensión didáctica y sapiencial del Deuteronomio. Oye, hijo, es una fórmula del maestro, empleada para introducir sus enseñanzas; cf. Prov. 1.8; 4.1; 4.10; 5.7; 7.24; 23.19. Recuérdese que Israel es el hijo de Yavé.
2. Algunas consideraciones exegéticas
El Shemá es parte de la sección mayor de los capítulos 6-11 del Deut, constituidos por los complejos temáticos UN DIOS — UN PUEBLO — UNA TIERRA. EL DIOS ÚNICO y UNO se elige un PUEBLO, lo hace salir de la esclavitud en Egipto y lo guía a través del desierto. Lo hace atravesar el Jordán y lo constituye en una gran nación en la TIERRA prometida.
No considero necesario repetir aquí los contenidos de los comentarios. Remito al lector a los mismos y a la anterior meditación de PL. Expondré tan solo algunos elementos esenciales.
En cuanto a su forma, el texto es una única exhortación con una serie de indicaciones menores y variaciones que forman una cadena con imperativos exigentes.
El vocativo Israel le confiere caráter de llamado e invitación al texto. Oye, Israel es una fórmula estereotipada del Deut 5.1; 9.1; 20.3; 27.9; también 4.1. Hl Sitz im Leben original quizás fue el llamado tradicional con el que se abría antiguamente la reunión cúltica de las tribus.
Hay un problema sintáctico-gramatical en la traducción del Shemá: el v. 4 es elíptico, es decir, omite todo verbo. Tomando el término hebreo ejad, uno, como adjetivo de Yavé, con valor de atributo o de predicado, hay varias posibilidades de traducción:
1) Yavé es nuestro Dios, Yavé es uno: Así dice la tradición judía desde la Edad Media. Es la traducción más sencilla desde el punto de vista estilístico.
2) Yavé, nuestro Dios, es un (solo) Yavé: Así lo concibe la LXX.
3) Yavé es nuestro Dios, Yavé solo (en el sentido de único) o solamente: Esta es la traducción de varios exegetas evangélicos. El problema radica en que no hay evidencia del uso adverbial del término uno. Para ello hay otro vocablo hebreo. Con esta lectura el Shemá haría frente a la amenaza del politeísmo cananeo.
4) Yavé, nuestro Dios, Yavé es uno.
Para el oído hebreo posiblemente estas diferencias no sean tales, sino más bien matices de un mismo tema. Quizás no se peque exegéticamente en demasía si se combinan ambas lecturas, la de la afirmación de la exclusividad de Yavé y la de su unicidad. En este caso El Señor es uno no solo se opone a la multiplicidad de dioses, sino también a la división de la divinidad. Parece que una de las luchas sostenidas por el autor del Deuteronomio fue la del monoyavismo contra el poliyavismo: se opone a la división de Yavé en una multiplicidad de Yavés locales con manifestaciones peculiares y santuarios propios, al mejor estilo de un yavismo baalizado. El monoyavismo asimismo apunta a la exigencia de un santuario único, tal como lo manifiesta Deut 12-26.
La combinación de ambas interpretaciones, Yavé es el único Dios y Yavé hay uno solo, también haría justicia al proceso histórico que con mucho sacrificio se trata de reconstruir como una concentración en un único Dios (los diferentes nombres de Dios en el AT serían vestigios de las etapas previas a esa concentración). Ese único Dios Yavé finalmente es afirmado como el único que existe: los demás dioses son ídolos, no hay otros dioses. Ahora bien, la concentración tuvo que actuar por segunda vez afirmando el monoyavismo en oposición a las manifestaciones de la creencia en Yavés locales y quizás diferentes entre si. Sea como fuere, el Shemá sintetiza ambas concentraciones: la estricta fe monoteísta y el estricto monoyavismo.
El v. 5 está formulado como consecuencia: Y amarás, = Amarás, pues,… Hay pues una correspondencia entre la unicidad y exclusividad de Yavé y el amor único y total por parte del hombre. Con todo se plantea el problema fundamental de si se puede ordenar el amor. Generalmente se entiende bajo amor un sentimiento espontáneo y de gratitud, pero no una actitud obligatoria. Sin embargo el problema se resuelve si se verifica qué significa amar a Dios. El Deuteronomio habla de la fidelidad y lealtad a Dios, la obediencia, el cumplimiento del pacto y de sus mandamientos. Es decir, no se trata de meros sentimientos, sino de una dedicación total. Los tres todo (corazón, alma, fuerzas) apuntan al amor sin reservas a Dios. Lo mismo se expresa en las duplas opuestas en la casa — por el camino, al acostarse — levantado: estas oposiciones evidencian el concepto de totalidad según la mentalidad hebrea.
Los vs. 4-5 constituyen un bloque díptico del más alto valor teológico y ético del AT y en toda la historia de las religiones. Una exposición grandiosa de esta propuesta se halla en las palabras pronunciadas en ocasión de la inauguración del Templo de Salomón, l Reyes 8.60-61. Vale la pena leer esta actualización del Shemá.
Sobre tu corazón apunta al centro de la voluntad y de decisión de las personas. Se trata de la fuente más personal y segura del amor y de la organización de la vida.
Las palabras Las atarás… (v. 8) son metáfora de señal y recuerdo. Más tarde el judaísmo asumió una interpretación literal de esta indicación, imponiéndose el uso de las filacterias. De la misma manera se derivo la práctica de las cajitas con los textos sagrados en las entradas de las casas judías de la indicación En los postes… y puertas (v. 9). El signo visible en la muñeca y en la frente, asociado a las facultades del corazón y del alma, indica una vez más que Dios quiere la totalidad de las facultades interiores y exteriores del ser humano. La totalidad de la persona ha de arriesgarse en la fe y en el amor. La abundancia del pronombre personal tu y tus refleja un enorme esfuerzo por introducir la confesión y su implicancia ética en el interior de cada miembro del pueblo de Dios, y llevarlo así a la fe y al compromiso.
3. Algunas reflexiones hermenéuticas
Desde el punto de vista de la estructura profunda el Shemá evidencia la misma estructura que la fe cristiana: anuncio y luego exhortación; proclamación y consecuente organización de la vida. En el caso cristiano tenemos el anuncio querigmático del Evangelio, y la enseñanza o didajé y la exhortación para la vida. El Shemá proclama la fe en el Dios único y luego plantea el amor a Dios como única consecuencia posible de esa unicidad. Esto condice con el carácter de prédica que tiene lodo el libro.
Como cristianos, hablar del Dios único y de un solo Dios siempre implica hablar del Dios que se ha revelado como Dios Trino (o Triuno). El Dios Creador único, del cual nos da testimonio el AT, asume nuestra naturaleza en Jesucristo, y continua obrando a través de su Espíritu. Afirmar la exclusividad de Dios es afirmar su exclusividad en la obra de la creación, de la salvación y de la santificación.
El Shemá propone una totalidad de vida bajo el amor y la voluntad salvífica de Dios. No solo una parte de nuestro ser ha de pertenecer al Señor, p. e. la esfera individual, la oración, las creencias, las prácticas del culto. Dios ha de ser el centro orientador de la vida entera. La fe bíblica no solo se opone ao politeísmo en todas sus formas, sino también a la división y a la segmentación de nuestra persona.
Desde Cristo sabemos explícitamente que la exclusividad del amor a Dios siempre ha de vincularse con la totalidad del amor al prójimo. Esta doble orientación de nuestro amor, basada en el amor a Dios y desarrollada en el amor al prójimo, ya estaba presente en el AT. Jesús, al combinar el Shemá con Lev 19.18 (Marcos 12.28-34), nos hizo claramente explícita esta vinculación.
La afirmación de la exclusividad de Dios es sumamente actual en nuestra época en la que pululan los substitutos de Dios, los falsos dioses, los ídolos de todo tipo: el consumismo, el libre mercado, el individualismo. Se están matando muchos brotes de la propuesta monoteísta bíblica: la solidaridad, el compromiso con el marginado, la opción de Dios por los pobres y pecadores. Se están produciendo hechos que van claramente contra la voluntad revelada-de Dios; proclamada por la Ley del Deuteronomio, los Profetas y los Evangelios. Estos hechos son p.e. la mentalidad del país de los dos tercios que pueden vivir bien, y los demás que se embromen; que cada cual se salve como pueda; que el futuro pertenecerá a los que posean los mejores conocimientos. La esencial vinculación de la propuesta del Shemá con la propuesta del amor al prójimo nos compromete no solo al rechazo de todo ídolo, sino también a la solidaridad con el tercio marginado.
El empleo que hace Jesús del mandamiento del amor a Dios, parte esencial del Shemá, nos vinculan inseparablemente con nuestras raíces veterotestamentarias. Es de lamentarse que nuestras liturgias consideren tan pocas veces nuestros lazos con el judaísmo.
4. Pistas para la predicación
La prédica puede desarrollar una de las variadas líneas hermenéuticas, teniendo en vista las situaciones y los problemas concretos de la comunidad. He aquí la síntesis de las líneas hermenéuticas indicadas (sobre cada una puede hacerse un sermón):
— El Shemá apunta a la estructura de nuestra fe cristiana: anuncio y exhortación; fe en el Dios único y Trino, y amor al prójimo. Donde se invierte esta estructura, la religión se convierte en legalismo y se destruye el núcleo del proyecto bíblico.
— La exclusividad de Dios no solo se refiere a la obra de la creación, sino también a la obra de la salvación y de la santificación. ¿Donde se busca hoy salvación? ¿Qué projectos de santificación existen? La iglesia está llamada a proclamar al único Salvador, Jesucristo; y a desarrollar el único proyecto de vida que nos es propuesto por la revelación bíblica.
— A la exclusividad del Dios Trino solo puede corresponder una totalidad de vida bajo su amor. No ha de haber compartimentos especiales para Dios y otros cerrados a su actuación. ¿Cuánto nos cuesta ser cristianos? El amor es la única respuesta a la acción histórico-salvífica de Dios.
— El amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables. Así como el primero es el fundamento del segundo, el segundo es la única evidencia de que se vive el primero.
El Shemá y nuestra confesión trinitaria implican un rechazo de todo ídolo, de todo fetichismo, de toda superstición y de toda práctica derivada de los falsos ídolos de la actualidad. Nuestra fe en el Dios Triúno es la fe en Dios encarnado, pobre, marginado; un Dios que sufrió en la cruz pero que triunfo el Domingo de Pascua.
De tanto en tanto toda comunidad cristiana debiera realizar una reflexión sobre su postura en relación a la fe judía y a las personas que profesan esa fe. En nombre del cristianismo se han cometido demasiadas crueldades contra los miembros de la fe veterotestamentaria como para creernos superiores. La prédica sobre el Shemá podría ser una ocasión para reflexionar sobre nuestras culpas cristianas, invitar al arrepentimiento, proponer pasos concretos para una mayor aceptación común v fomentar el agradecimiento por los elementos comunes de nuestra herencia bíblica.
5. Bibliografia
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